Quisiera
narrarles cosas objetivas, con argumentos; sin tanta arandela. Por ejemplo, convencerlos
de ¿por qué votar en blanco?; o hacer una crítica sobre las campañas sucias de
los candidatos a la presidencia en Colombia. Tal vez usar la retorica que según
el diccionario de la lengua española es el “conjunto de reglas o principios del
arte de la elocuencia, del bien hablar” aunque también lo define como
“palabrería”. Podría hablarles de ese ataúd blanco y pequeñito; que se acercaba
por mi camino y por el cual, camine el doble de cuadras, para no ver las caras
de dolor que lo acompañaban. Tal vez se llamaba Milton o tal vez Luis, tenía
siete años y en el trayecto de la escuela a la casa fue víctima del fuerte
invierno; la corriente descontrolada de la quebrada que día a día debía
atravesar, de la casa a la escuela, de la escuela a la casa, fulmino en un
pestañar, sus sueños.
Podría
contarles de la mamá que le rezaba una novena a san Antonio; esa mamá que le
prendió una veladora a este Santo, en el cuarto de la casa, ese mismo cuarto,
donde su esposo había guardado los explosivos con los que estallaba peñas y
trabajaba minería. Quisiera contarles que nada pasó y que lo que pedía en esa
novena, se cumplió; pero no, ahora, tras una fuerte explosión, con graves quemaduras,
tres personas se debaten entre la vida y la muerte.
Podría
quejarme, de las altas tarifas de telefonía celular, de los 250 MB que obtuve
por 12.900 COP a claro Comcel y que solo me duraron dos días, y ser optimista
porque el mes pasado me duraron un día. Podría señalar los graves problemas que
afectan el país, las altas ganancias de Ecopetrol (51 %, ¡POR DIOS!), los altos costos de los insumos agrícolas; un
pequeño caficultor me contó que una bolsa de urea (producto necesario para el
cultivo de papa, arroz, café, bananos) cuesta aproximadamente $ 80.000 pesos en
Colombia, mientras que en Ecuador no supera los $ 12. 000 pesos. Hablarles de
como cultivar café en Colombia, se ha vuelto una ruleta rusa. En diciembre
pasado la carga estuvo a menos de $ 400.000 pesos, y este año hubo días que
alcanzo el millón.
Tampoco
me cansaría de hablarles de lo mal remunerados que somos los docentes
Colombianos. Lo humillante que es ver como inclusive un bachiller trabajando en
algunos entes estatales como las Contralorías territoriales, pueden ganar lo
mismo que un docente con Maestría. Develarles la situación, no solo de los
docentes de escuelas públicas; sino también de los maestros de instituciones
privadas, donde el descaro de los empleadores supera cualquier expectativa,
¡pagarle a un docente menos de un salario mínimo!, o hacerlos trabajar más de
cuarenta horas sin ninguna remuneración extra; y ay que se quejen, ay que digan
algo porque si no le sirve, hay muchos que desearían tener esta oportunidad,
porque si se pone a publicar esas “maricadas” le pasamos la carta de renuncia.
Les
contaría, tal vez, lo burocratizada que esta la salud en Colombia, que de papel
en papel mi hijo tiene dos meses sin servicio de salud. Y les preguntaría ¿es
que un niño recién nacido tiene la culpa de tanto papel? ¿No es un derecho
fundamental?, ¿no me descuentan cada mes por ese servicio? ¿Por qué tiene que
ser una carta enviada por correo tradicional?, entonces ¿para qué los correos
electrónicos? No existen los términos medios o transicionales en el sistema de
salud colombiano, más exactamente en la Fundación Medico Preventiva, la salud
de los docentes, porque orgullosamente eso soy.
Podría
hacer una reflexión a las madres, decirles, lo que todos los años se dice, que
el día de las madres debería ser todos los días, y no un día para que con estos
salarios tan escasos, nos endeudemos o nos de depresión por no tener que
comprar. Un día de consumismo, como el día del amigo secreto o el 24 de
diciembre. Porque en el mundo las fechas especiales han sido convertidas en un
negocio, donde si no compras un regalo a la mamá en mayo eres mal hijo o hija,
o si no juegas amigo secreto eres un amargado o amargada; si no les compras
juguetes a tus hijos en diciembre eres el peor padre. Al parecer el ser humano
se ha vuelto victima de su propio invento, el dinero.
Podría
decirles muchas cosas, pero no; hoy solo quiero mostrarles esta nota, un
pequeño detalle, una muestra de amor, del día a día, que nos ayuda a soportar
nuestra nación ilógica, de familias que compran DVD, televisores, lavadoras y
el más costoso "Smartphone", pero no un librito, ni siquiera el más pequeñito.

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