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Primer capítulo de mi libro aún sin nombre.

 Libro sin nombre. Parte 1





En un país como Colombia, bombardeado por décadas con propaganda —la de Hollywood, la llamada meca del cine— que ha moldeado nuestra opinión, nuestra cultura y nos ha alejado de nuestra esencia, muchos miran como un ídolo a esa nación en decadencia que alguna vez fue la cuna del imperialismo y del capitalismo salvaje, hoy dirigida por el condenado Donald Trump.


En medio de este ecosistema diverso, cuna de Gabriel García Márquez y su realismo mágico, aparecen mutaciones sociológicas. También resuenan las voces de escritores poco convencionales como Fernando Vallejo, que en La virgen de los sicarios mostró sin maquillaje la crudeza de una sociedad atravesada por la contradicción: el sicario que reza y luego mata.


En este universo caótico llamado Colombia parece que muchos llevan en la mente instalada aquella propaganda yanqui: estándares de belleza, modelos de vida, metas por alcanzar, ese bendito “sueño americano” que para los mismos estadounidenses se ha convertido en pesadilla, en miedo constante a enfermarse, en la angustia de un sistema fallido. Aun así, muchos idolatran un imperio que ha sostenido su poder sobre la destrucción, la irrupción, la excusa fabricada para robar riquezas ajenas, la intervención en la soberanía de otros pueblos y la creación de guerras donde siempre terminan siendo los grandes ganadores.


En ese contexto, donde todavía abundan quienes admiran a este monstruo llamado Estados Unidos, surge la necesidad de cuestionar, de criticar, de hacer una autopsia a las mentes intoxicadas de propaganda. Y si alguien piensa que con esto me declaro adoctrinado, no: aquí estamos en una charla filosófica que busca reflexionar, repensar y reconstruir nuestra cultura, nuestros tejidos sociales rotos por un conflicto armado que solo ha servido a unos pocos que viven como parásitos de la guerra y de la sangre. Esos mismos cuya única propuesta política es sembrar odio y hacer que los hijos de los pobres se maten entre sí.


En este contexto, vamos a hablar de emancipación, de pensamiento, de la Pedagogía del oprimido. Vamos a deconstruir, reinventar, cuestionar, aceptar o destruir nuestro propio pensamiento.


Este libro hablará de un poco de todo. Y empezaremos cuestionando y analizando la emancipación, leyendo los poemas de Andrés Caicedo y, por qué no, reconociendo también a algunos escritores del imperio yanqui como Edgar Allan Poe —el maestro del cuento corto—, para entender las contradicciones de nuestra relación con lo foráneo. Nos detendremos en lo que ya William Ospina ha decantado en sus escritos cuando abandona la fantasía para abrir las tripas de nuestra patria y ofrecernos, sin filtros, una radiografía de este sinsentido, de este mundo de contradicciones llamado Colombia.


Juan D. Rivero Raillo

El profe Juancho 

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